Durante el último año y medio, la pandemia de COVID-19 se ha cobrado más de 600.000 vidas en EE.UU., la mayor cifra de muertes del mundo. Aproximadamente siguen falleciendo 400 personas a diario.
Mientras que la clase obrera ha sufrido su peor año en más de un siglo, la riqueza de la clase gobernante se disparó a niveles aún mayores. El annus horribilis de las masas fue un annus mirabilis para los ricos. La curva de muertes por COVID-19 y la curva de las fortunas aumentaron de la mano.
El New York Times publicó un reporte el viernes intitulado “Una compensación magra para los trabajadores, pagos excepcionalmente ricos para los directores ejecutivos”. El Times llamó el 2020 un “año sobresaliente” para los sueldos ejecutivos con base en una encuesta de los 200 ejecutivos mejor pagados realizada por la consultar de compensación para ejecutivos Equilar.
Ocho directores ejecutivos o CEO, un récord histórico, ganaron individualmente más de $100 millones en el último año. En general, el salario de los 200 directores ejecutivos mejor remunerados aumentó 14,1 por ciento, en comparación con tan solo 1,9 por ciento para el trabajador promedio. En total, los CEO recibieron 274 veces lo que gana un trabajador promedio, comparado a 245 en 2019.
El director ejecutivo mejor pagado fue Alex Karp, de la empresa de software de análisis Palantir, un importante contratista del gobierno, que recibió un pago de $1.100 millones, uno de los mayores paquetes salariales de la historia. Le siguió Tony Xu, de DoorDash, una aplicación móvil de reparto de comida, que cobró $414 millones. Y muy de cerca le siguió Eric Wu, de OpenDoor, un servicio online que revende inmuebles, que recibió una compensación de $370 millones.
Aunque las tres empresas registraron importantes pérdidas el año pasado, los lucrativos paquetes de compensación de sus directores ejecutivos se vieron impulsados por el rendimiento de las acciones corporativas y sus ingresos. A pesar de una fuerte caída en marzo del año pasado, cuando la pandemia comenzó a sentirse en todo el mundo, el mercado de valores invirtió rápidamente su curso y ha alcanzado máximos históricos. Los activos financieros han sido apuntalados por el rescate corporativo de la Ley CARES y la inyección de cantidades ilimitadas de dinero por parte de la Reserva Federal. El Dow Jones ha subido más del 50 por ciento desde su punto más bajo el año pasado.
Después de un año y medio de muerte y devastación, aquellos que lucraron de la pandemia han amasado una riqueza inimaginable. La riqueza controlada por los milmillonarios del mundo se disparó un 60 por ciento en el primer año de la pandemia, pasando de $8 billones a $13,1 billones.
El director general y fundador de Amazon, Jeff Bezos, se acerca a un patrimonio neto de 200.000 millones de dólares, mientras que el director general de Tesla, Elon Musk, ha visto su riqueza duplicarse con creces, pasando de $68.000 millones en septiembre a $151.000 millones en la actualidad.
A pesar de que, o más bien a causa de sus fortunas, un reciente informe de ProPublica descubrió que los 25 mayores multimillonarios de EE.UU. pagan una tasa impositiva más baja que el hogar medio. Los superricos solo pagaron un 3,4 por ciento de impuestos federales sobre la renta durante los cinco años en los que su riqueza colectiva aumentó en $401.000 millones.
Todo esto es posible gracias al continuo empobrecimiento de la población. Medido por el Índice de Precios al Consumo (IPC), la inflación alcanzó en mayo el nivel más alto de los últimos 13 años, el 5 por ciento, lo que significa que los salarios reales han disminuido todos los meses durante el último año, impulsados por los aumentos cada mes de los precios de los productos básicos y los bienes de consumo.
Durante la pandemia, millones de personas se quedaron sin trabajo, con la ayuda más limitada, mientras que otros millones perdieron horas e ingresos. La crisis económica que afecta a la clase trabajadora ha eclipsado la Gran Recesión de 2008 y solo es comparable a la Gran Depresión de los años 30. Entre febrero de 2020 y mayo de 2021, se destruyeron 7,6 millones puestos de trabajo, según se hicieron sentir los efectos de la pandemia.
A nivel mundial, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que se perdieron 345 millones de empleos a tiempo completo en todo el mundo debido a la pandemia. La OIT señala en su informe sobre los salarios en el mundo para 2020 que, sin las subvenciones, la caída en los salarios habría sido del 6,5 por ciento. Sin embargo, las ayudas gubernamentales solo compensaron el 40 por ciento de las pérdidas. Los trabajadores de todo el mundo han sufrido un importante retroceso a causa de la pandemia.
En medio de la demencial prisa por reabrir totalmente la economía estadounidense, con la eliminación de todos los requisitos de distanciamiento social y uso de mascarillas para elevar aún más las ganancias empresariales y la remuneración de los directivos hasta la estratosfera, están circulando por todo el mundo variantes más contagiosas y mortales del COVID-19. Con menos de la mitad de la población estadounidense totalmente vacunada, se dan las condiciones para un potencial resurgimiento de la pandemia.
La pandemia es un “evento desencadenante” que ha exacerbado todas las tendencias reaccionarias del capitalismo. El monstruoso aumento de la desigualdad social ante la muerte masiva, combinado con el aumento de la inflación y la disminución de los salarios, ha preparado la situación para una poderosa ofensiva de la clase obrera en Estados Unidos y a nivel internacional.
Miles de trabajadores ya iniciaron una huelga en Volvo Trucks en Dublin, Virginia, y en Warrior Met en Brookwood, Alabama, en un esfuerzo por recuperar años de salarios perdidos. Los trabajadores del acero de ATI llevan casi tres meses de huelga, mientras que 650 trabajadores de la refinería de ExxonMobil ha sido objeto de un cierre patronal desde el 1 de mayo. En Sudbury (Canadá), 2.600 mineros están en huelga contra los planes de Vale Inco de retirar los beneficios a los nuevos contratados.
El surgimiento de estas luchas militantes, que ponen a los trabajadores en un conflicto cada vez más directo con los sindicatos corporativistas, es solo una primera expresión de los masivos estallidos sociales que se avecinan.
Si algo ha demostrado el último año y medio es que los intereses de la inmensa mayoría de la humanidad son incompatibles con la existencia de una oligarquía parasitaria y del sistema social y económico en el que se apoya esta oligarquía. La combinación de la muerte masiva y la acumulación de riqueza masiva demuestra la necesidad de la expropiación de los especuladores de la pandemia mediante la movilización de la clase obrera para tomar el poder político y abolir el sistema capitalista.
(Publicado originalmente en inglés el 12 de junio de 2021)
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