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Republicanos y demócratas responden a muerte de inmigrantes en San Antonio con promesas de medidas enérgicas contra la migración

Eventos en los Estados Unidos siguen demostrando que el sistema político capitalista es dominado tan completamente por las fuerzas de la reacción política extrema que es imposible abordar los problemas sociales urgentes o proteger los derechos democráticos básicos excepto a través de una lucha social revolucionaria contra la clase gobernante.

Desde el tiroteo masivo escolar en Uvalde, Texas, el 24 de mayo, y la decisión por la Corte Suprema de la semana pasada que prohíbe el aborto, hasta la muerte de 53 inmigrantes en un remolque sobrecalentado el lunes, la dinámica reaccionaria de la política estadounidense capitalista está expuesta.

El Partido Republicano, más y más dominado por fascistas, se pone en una posición de reacción extrema sin precedentes. Sin importar su minoría legislativa y sin importar la impopularidad de sus objetivos derechistas, siguen despiadados: rompen las normas democráticas, pisotean a la oposición y emplean el lenguaje de la guerra civil.

El Partido Demócrata se adapta a los republicanos y ofrece concesión tras concesión en el nombre del bipartidismo con sus “colegas republicanos”. Sin importar el tamaño de su mayoría legislativa y sin importar lo popular de su posición, son frustrados por los obstáculos más minúsculos y su agenda entera es desbaratada por un único senador, un juez federal errante o un parlamentario del Senado.

Los hechos que actualmente emergen de San Antonio, Texas, son de pesadilla. El número de víctimas inmigrantes ahora ha aumentado más allá de 50, y las víctimas conocidas vienen de México, Honduras y Guatemala. Un trabajador en un sitio laboral cercano dijo a la prensa que él corrió al remolque por la tarde del lunes después de oír gritos que provenían del área.

El jefe de bomberos de San Antonio Charles Hood dijo en una conferencia de prensa por la noche del lunes que el remolque contenía “montones de cuerpos” que estaban “calientes al tacto”. Las temperaturas en la región llegaron a una altura de 103 grados Fahrenheit durante el día, y esos inmigrantes que todavía estaban vivos estaban sufriendo de agotamiento por calor extremo y la deshidratación.

“No debe ser que abramos un remolque y veamos montones de cuerpos ahí adentro”, dijo Hood. “Ninguno de nosotros llega en el trabajo imaginando eso”.

Según reportes de la prensa mexicana y centroamericana, las víctimas eran trabajadores empobrecidos y granjeros que buscaban escaparse de la pobreza profunda y la violencia que han devastado la región después de más de un siglo de explotación imperialista por EE.UU. y la guerra. Los inmigrantes tuvieron que entrar en los Estados Unidos ilegalmente porque los dos partidos del gran negocio han gastado mil millones de dólares en militarizar la frontera durante las décadas recientes. Las víctimas muertas no son meramente una tragedia, sino un crimen social de gran importancia contra la clase obrera internacional.

El Partido Republicano respondió por exigir un ataque vicioso contra los derechos de inmigrantes y más militarización de la frontera.

Gobernador de Texas Greg Abbott, un defensor fascista de Trump, culpó a Biden por las muertes, y tuiteó: “Son un resultado de su política mortífera de fronteras abiertas. Demuestran las consecuencias de su rechazo de hacer cumplir con la ley”.

Tom Homan, exdirector de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) bajo Donald Trump, dijo: “Junto con las fronteras abiertas, capturar y soltar, y ninguna posibilidad de ser deportados, la gente más vulnerable en el mundo se pone en las manos de cárteles criminales para buscar la promesa que Biden y [secretario del Departamento de Seguridad Doméstica Alejandro] Mayorkas les han hecho”. Hay más exigencias de que Mayorkas renuncie sobre la base de que incluso el nivel récord de deportaciones bajo Biden no sea suficiente.

La administración de Biden respondió a estas críticas por prometer medidas enérgicas adicionales contra inmigrantes. Secretaria de prensa de la Casa Blanca Karine Jean-Pierre dijo ayer que “el hecho del asunto es que la frontera está cerrada”.

Secretario Mayorkas respondió por prometer más acciones policial-militares en la frontera: “Trabajaremos al lado de nuestros socios para hacer responsables a los que llevaron a cabo esta tragedia y seguiremos tomando medidas para interrumpir las redes del tráfico ilegal”.

En realidad, la administración de Biden ha continuado las medidas enérgicas de Trump contra inmigrantes; ha arrestado a más personas indocumentadas en 2021 que Trump jamás hizo en un solo año. Biden ha seguido haciendo cumplir la invocación por Donald Trump de las provisiones del Título 42, una ley que esencialmente detiene la inmigración en la frontera sureña bajo los auspicios de la salud pública. Como admitió recientemente el New York Times, la política migratoria de Biden significa que “a pesar de las promesas de campaña del Sr. Biden por un planteamiento distinto a la migración, los controles fronterizos son mayormente los mismos que eran bajo el presidente Trump”.

En abril de 2022, el Partido Demócrata se demostró incapaz de superar la oposición de cortes bajas al intento eventual de Biden para revocar las restricciones del título. Un juez de distrito establecido por Trump en Texas emitió un fallo que requería que el Título 42 se quedara en vigor, y la administración de Biden aceptó el fallo sin ninguna lucha política, mientras apela a la Corte Suprema, donde inevitablemente perderán.

Semejantemente, otro juez de distrito asignado por Trump falló la semana pasada que era ilegal que la administración de Biden implementara cualesquiera restricciones sobre arrestos de deportación basadas en el período de permanencia en el país o registro criminal anterior. Sobre la última decisión, el New York Times escribió que “hace a millones de personas vulnerables a la deportación”.

A pesar del hecho de que Biden tiene un poder enorme y es respaldado por mayorías del Congreso, su administración ha gastado casi nada de capital político para oponerse al hecho de que dos jueces ultraderechistas no elegidos de cortes bajas nombrados por un conspirador golpista están forzando la implementación de la política migratoria de Trump.

La administración de Biden hizo otra concesión política a la ultraderecha el lunes por abandonar la nominación de Ed Gonzalez como director de ICE. Durante meses, defensores trumpistas en el Senado republicano han bloqueado la nominación de Gonzalez sobre la base de que él criticó los ataques de Trump contra inmigrantes. Mientras era sheriff del Condado Harris, Texas, una posición que él sigue ocupando, Gonzalez acabó una asociación con ICE.

La oposición a Gonzalez provino de la ultraderecha, pero la nominación fue acabada por el Partido Demócrata, que revocó la nominación de Gonzalez porque “al menos tres demócratas del Senado” no lo apoyan a él. Agentes de ICE constituyen un baluarte dentro del estado para la conspiración golpista en curso de Trump. Su sindicato respaldó a Trump en las elecciones de 2020.

La cobardía del Partido Demócrata sobre cuestiones que tienen que ver con los derechos democráticos contrasta marcadamente con su crueldad en llevar adelante los intereses del imperialismo estadounidense a escala global.

La administración de Biden ha manejado la guerra contra Rusia en Ucrania con una presteza y una determinación que no permite la oposición. Da mil millones de dólares en armas a fuerzas ultraderechistas en el gobierno ucraniano sin ninguna discusión pública sobre las implicaciones posibles de una confrontación militar con Rusia. Despliega a miles de soldados en las fronteras occidentales de Rusia, emplea lenguaje temerariamente beligerante, amenaza a sus detractores y suprime y censura la oposición doméstica.

En respuesta a cada golpe de la derecha, el Partido Demócrata, incluidos personajes como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, afirman que la solución es votar por más demócratas. La organización Socialistas Democráticos de América afirma que se puede “presionar” a los demócratas desde abajo para que luchen firmemente contra la derecha republicana.

No hay nada más lejos de la verdad. La respuesta del Partido Demócrata al crimen trágico en San Antonio hace que sea más obvio que la lucha por derechos democráticos básicos solo puede llevarse a cabo a través del desarrollo de un movimiento contra el Partido Demócrata y el Republicano. Los esfuerzos por grupos como el DSA de trabajar “desde dentro” del Partido Demócrata son esfuerzos de atrapar la oposición social creciente y usarla para avanzar los objetivos políticos y reaccionarios del Partido Demócrata.

El sistema de dos partidos es una trampa reaccionaria y antidemocrática. Por diseño, no puede ser reformado desde adentro. Terceros partidos son prohibidos de aparecer en las papeletas e ignorados por los medios de comunicación corporativos. Un puñado de senadores de estados poco poblados del oeste y el medio oeste dominan el Senado. El filibustero da un veto a los elementos más extremos dentro de la legislatura. La Corte Suprema emite decisiones reaccionarias y sus jueces no son impugnados incluso cuando están implicados en la intentona golpista de Trump el 6 de enero.

Los intereses sociales de masas de gente obrera no tienen ninguna expresión en este montaje político y podrido capitalista. Los intereses de la clase obrera internacional solo pueden encontrar una voz a través de un movimiento masivo socialista que es independiente del estado y los partidos capitalistas. La protección de derechos democráticos básicos, incluidos el aborto y los derechos de inmigrantes, requiere la transformación socialista de la sociedad.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 29 de junio de 2022)

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