Hace tres meses, el 19 de enero, millones de trabajadores en Francia tomaron las calles en la primera de una seria de huelgas de masas contra los recortes jubilatorios de Emmanuel Macron. El enojo de los trabajadores estalló cuando el banquero y mandatario exigió que debían trabajar dos años más, alzando la edad de jubilación a los 64 años y a 42 años las contribuciones al fondo de pensiones. Tres cuartas partes de la población francesa se opone a los recortes y se reconoce ampliamente que fue la mayor crisis política en Francia desde la huelga general de mayo de 1968.
Pero este fin de semana, Macron promulgó sus impopulares recortes con la aprobación del Consejo Constitucional, un órgano francés no elegido, después de que fueron aprobados a la fuerza por la Asamblea Nacional el mes pasado sin una votación. Fue otra difícil lección sobre el carácter de clase del Estado, que es una dictadura de la oligarquía capitalista sobre los trabajadores.
La adopción formal de los recortes de Macron no marca el final de la lucha de los trabajadores en contra de estas medidas ni en contra de Macron. Al haber sido impuestas pisoteando la voluntad del pueblo, sin una votación de ningún órgano elegido, son leyes injustas que carecen incluso de un barniz de legitimidad democrática. Las huelgas masivas continuarán en las próximas semanas. Sin embargo, es evidente que la aprobación de los recortes marca una nueva etapa en la lucha.
Enfrenta a las masas obreras a una cruda realidad: no están inmersos en una lucha sindical para persuadir al presidente de que cambie de política, sino en una lucha política contra el Estado capitalista. Macron dirige un Estado policial al servicio de una oligarquía capitalista atrincherada que gobierna contra el pueblo. Decidido a desviar cientos de miles de millones de euros a los bolsillos de la élite financiera y a la “economía europea de guerra” de Macron, la oligarquía no responderá a las huelgas y protestas cambiando sus políticas, sino con una sangrienta violencia policial y detenciones masivas.
El camino a seguir, como ha explicado el Parti de l'égalité socialiste (PES), es preparar una huelga general para derrocar a Macron y abolir los desorbitantes poderes de la Presidencia francesa. Si bien esta propuesta cuenta con el apoyo de dos tercios del pueblo francés, que quiere una huelga masiva para paralizar la economía y derrotar a Macron, llevarla a cabo requerirá un tremendo esfuerzo del poder industrial y político de la clase obrera. Esta lucha no puede dejarse en manos de las burocracias sindicales. Requiere construir nuevas organizaciones de base en una lucha política que plantee la cuestión de tomar el poder del Estado.
Esto se desprende incluso de un primer balance de la lucha contra Macron tal como se ha desarrollado desde finales de enero, y en particular desde la primera experiencia decisiva: la imposición de los recortes por parte de Macron sin votación en el Parlamento el 15 de marzo.
Las protestas masivas estallaron en la Plaza de la Concordia de París y en ciudades de toda Francia esa noche. Durante varias noches, los policías antidisturbios fuertemente armados se enfrentaron a masas de trabajadores y jóvenes que protestaban en prácticamente todas las grandes ciudades francesas, donde irrumpieron o incendiaron comisarías, oficinas locales del partido Renacimiento de Macron y edificios municipales.
Los comentaristas de televisión el 15 de marzo reflejaron fielmente el pánico que se apoderaba de la élite gobernante en su conjunto. “Estamos en una gran crisis política. Hay que calmar los ánimos”, declaró Sandrine Rousseau, del Partido Verde en la coalición Nueva Unión Popular de Jean-Luc Mélenchon. La comentarista socialdemócrata Natacha Polony advirtió que “es el principio de algo que está patinando fuera de control”. Asimismo, el editorialista de derecha Bernard Duhamel se preguntaba: “El riesgo es que los sindicatos no aguanten. ¿Serán capaces de aguantar las direcciones sindicales?”.
Duhamel se preguntaba si la clase obrera desbordaría a la burocracia sindical porque la élite dirigente teme una revolución. El estallido de la lucha de clases ha abierto una profunda brecha entre las amplias masas de trabajadores y las capas reaccionarias de la clase media acomodada que dominan la burocracia sindical y sus aliados políticos pseudoizquierdistas.
Las encuestas mostraron un apoyo del 62 por ciento de la población al “endurecimiento” de las acciones de protesta contra Macron. El apoyo a acciones más contundentes es mayor en la medida en que se mira a los niveles más bajos de ingresos. Pero al igual que Macron pisoteó la voluntad del pueblo, la burocracia sindical pisoteó la voluntad de la clase obrera.
Las burocracias intervinieron para criticar la “violencia” de los manifestantes, aislar a los recolectores de basura y los trabajadores de las refinerías en huelga cuyos piquetes fueron atacados por la policía, posponer las huelgas masivas futuras y bloquear una lucha para derrocar a Macron pidiendo en su lugar una “mediación” con él.
“Estoy preocupado por esta situación”, dijo el jefe de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), Laurent Berger, en una entrevista televisada y vista ampliamente donde abogaba por una “mediación” con Macron. Advirtiendo de “un clima político peligroso”, llamó a no “caer en la locura que podría apoderarse de este país, con violencia y también una cólera social muy profunda. ... Tenemos que bajar la temperatura, no avivar las cosas”.
La capacidad de Macron para sobrevivir a las protestas y finalmente promulgar sus recortes no se debe a un fracaso de la clase obrera en la lucha, sino a la traición de los jefes sindicales y sus aliados políticos. Esto también plantea la importancia de la alternativa trotskista representada por el PES.
El PES avanzó una perspectiva que llamaba a una revuelta obrera contra la burocracia, construyendo comités de acción de base para preparar una huelga general para derrocar a Macron. Antes de la crisis del 15 de marzo, presentó demandas para derrocar a Macron, poner fin a los rescates bancarios y a la guerra con Rusia y construir comités de base en la clase obrera. Después de que Macron aprobara sus recortes en la Asamblea, el PES desarrolló aún más esta perspectiva, escribiendo:
La Presidencia bajo Macron, la cual representa el centro nervioso de las conspiraciones financieras y de Estado policial contra el pueblo, necesita ser derrocada. Pero esto solo es posible por medio de la movilización masiva de las bases obreras y los jóvenes en una campaña por el derrocamiento de Macron, la abolición de los poderes draconianos del ejecutivo francés y la preparación de una huelga general contra Macron…
En todos los lugares de trabajo y las escuelas, se deben aprobar resoluciones exigiendo el derrocamiento de Macron. Esto exige la organización de asambleas generales de trabajadores y jóvenes en sus lugares de trabajo y estudio para debatir y adoptar estas resoluciones, así como la formación de comités de base para compartir y publicitar estas resoluciones y unir a la clase obrera contra Macron. Esta movilización independiente de la clase trabajadora, que concientizaría a los trabajadores sobre su propia militancia y fuerza colectiva, sentaría las bases de una huelga general para derribar a Macron.
Esta sigue siendo la perspectiva para construir un movimiento de masas contra Macron. De hecho, haciendo campaña entre los trabajadores y los jóvenes, el PES ha puesto al descubierto en sus entrevistas la vasta oposición popular a la perspectiva en bancarrota de la “mediación” sindical con Macron.
Un abismo de clase separa al PES de los descendientes políticos pequeñoburgueses de los renegados del trotskismo como Mélenchon, el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) pablista y Lucha Obrera (LO). Cuando han sido promovidos por los medios de comunicación capitalistas en las elecciones presidenciales, todos ellos han recibido millones de votos, como era de esperar. En 2022, Mélenchon obtuvo casi 8 millones de votos en los distritos obreros de las principales ciudades de Francia. Sin embargo, ninguno ha hecho un llamado a su electorado a movilizarse en huelgas y protestas masivas para derrocar a Macron.
La capacidad de Macron para imponer sus recortes a pesar de la oposición popular masiva es una exposición histórica del callejón sin salida que representan estos partidos. También expone a los grupos pseudoizquierdistas en su periferia, como el grupo morenista Révolution permanente (RP), cuyos llamamientos a la burocracia sindical para que organizara una huelga general fracasaron, como era de esperar. El líder de RP, Juan Chingo, esbozó su perspectiva en una declaración en la que afirmaba que “la situación no es revolucionaria” y que RP ayudaría “al movimiento de masas a tener experiencias con la democracia representativa burguesa”.
Pero la situación es objetivamente revolucionaria. La imposición de Macron de sus recortes no ha disminuido sino agudizado el conflicto entre la clase obrera y su Gobierno y sus cómplices burocráticos. Además, esta lucha se desarrolla en medio de una oleada de huelgas de millones de trabajadores en Alemania, Reino Unido, Portugal, Bélgica y más allá. El surgimiento de comités de base en la clase obrera planteará la cuestión no solo de derrocar a Macron, sino la construcción de un movimiento internacional y una lucha por transferir el poder a los órganos de lucha de los trabajadores para construir el socialismo.
Los acontecimientos en Francia han confirmado de la manera más nítida posible el papel decisivo que desempeñan las perspectivas políticas en la lucha por movilizar la oposición de masas de la clase obrera contra la austeridad y la guerra. Sobre esta base, el PES destaca el acto mundial en línea del Primero de Mayo que celebrarán el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, la Alianza Internacional Obrera de los Comités de Base, los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social y el World Socialist Web Site. Insta a todos los que buscan luchar contra la austeridad y el militarismo en Francia e internacionalmente a que se inscriban hoy y discutan el camino a seguir en la lucha de clases.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 18 de abril de 2023)