El anuncio esta semana de que la empresa automotriz Tesla eliminará 14.000 puestos de trabajo representa una intensificación del asalto de la oligarquía corporativa a los empleos. Es una campaña global que exige una respuesta globalmente coordinada por parte de la clase trabajadora
Los recortes, que abarcan el 10 por ciento de la planilla, tienen un carácter internacional. Los medios de comunicación alemanes reportaron el lunes que la empresa busca cortar 3.000 empleos en su fábrica en Berlín. La empresa ha negado la cifra sin negar que ocurrirán recortes.
Desde el comienzo de 2023, se han recortado millones de empleos en todo el mundo, incluidos más de 978.000 empleos en los Estados Unidos, según Challenger, Gray & Christmas.
Solo en la industria automotriz, en las últimas semanas, Stellantis ha recortado 3.600 puestos de trabajo en Italia y 600 en los Estados Unidos, el proveedor autopartes Bosch ha recortado 3.500 puestos de trabajo en Alemania y Ford ha prolongado hasta 2027 las suspensiones en su planta de Oakville en Canadá, donde hay una reestructuración. Miles de empleos en el sector automotriz ya se habían eliminado antes del anuncio de Tesla y cientos de miles más están en la mira en los próximos años, a medida que la industria avanza hacia los vehículos eléctricos, que requieren menos mano de obra.
Se han anunciado recortes masivos en otras industrias. En logística, UPS anunció planes para cerrar 200 instalaciones y automatizar “todo”, lo que resultará en la pérdida de miles de empleos. Los correos polacos recortará n 4.500 empleos este año, mientras que se está acelerando el plan de reestructuración del s ervicio postal de los Estados Unidos, con medidas similares llevadas a cabo por los servicios postales en el Reino Unido, Alemania, Canadá y muchos otros países.
En el sector de la tecnología, que lidera los despidos causados por la inteligencia artificial, Dell anunció 6.000 recortes de empleos, y Apple ha anunciado más de 600 recortes en su última ronda de despidos.
Cientos de puestos de trabajo están siendo amenazados en distritos escolares como San Diego, California; Minneapolis y St. Paul, Minnesota; y Flint y Ann Arbor, Míchigan, provocados por el corte de los fondos federales para la educación durante la pandemia.
Según la justificación oficial, esta masacre de empleos es simplemente un producto desafortunado de los altibajos del ciclo económico. En su carta a los empleados, el CEO de Tesla, Elon Musk, declaró que los recortes eran necesarios para prepararse para el “próximo ciclo de la fase de crecimiento”.
En realidad, son el producto de una política elaborada deliberadamente al más alto nivel. El objetivo es hacer retroceder, utilizando el látigo del desempleo masivo, el desafío cada vez mayor de la clase trabajadora, demostrado por la ola de huelgas y protestas sociales en todo el mundo.
Washington está utilizando un enfoque de tres líneas para tratar de lidiar con la clase trabajadora en casa. En primer lugar, está la subida de las tasas de interés en los últimos dos años por parte de la Reserva Federal, que ha dicho explícitamente que tiene la intención de frenar el modesto crecimiento salarial. En segundo lugar, está el uso de la automatización, la inteligencia artificial y otras nuevas tecnologías para eliminar sectores enteros de la fuerza laboral.
En tercer lugar, está el uso de la burocracia sindical propatronal para prevenir o limitar las huelgas e imponer acuerdos favorables a las empresas. Si bien Tesla no está sindicalizada en los Estados Unidos, el contrato traicionero impuesto por el sindicato United Auto Workers, luego de una llamada “huelga de pie” inútil en otoño, ha sido fundamental para facilitar los recortes masivos de empleos en las automotrices de Detroit. Se han llevado a cabo innumerables otras traiciones, incluyendo aquellas del sindicato Teamsters en UPS, que también impusieron un contrato que allanó el camino para los recortes de empleos.
Otro objetivo importante de la masacre de empleos es habilitar recursos para la guerra. El mes pasado, Estados Unidos aprobó un presupuesto militar récord de 825.000 millones de dólares, y los preparativos están muy avanzados para nuevas guerras contra Irán y China. Esto no se limita a los Estados Unidos, sino que incluye a todas las potencias imperialistas.
Alemania y Japón se remilitarizan. Los Gobiernos de todos los países “avanzados” están combinando medidas de austeridad con un mayor gasto militar, al tiempo que declaran que sus poblaciones deben prepararse para la guerra.
El ataque al empleo tiene como objetivo obligar a los trabajadores a pagar por la profunda crisis del sistema capitalista. La reunión de primavera esta semana del Fondo Monetario Internacional ha estado dominada por las preocupaciones sobre el endeudamiento mundial, la inflación y la estabilidad del sistema financiero estadounidense. El lema de la reunión y del documento “Perspectivas económicas globales del FMI” es “consolidación fiscal”, es decir, una austeridad brutal. Esto se combina con la automatización para aumentar la explotación a niveles cada vez más altos.
Estos ataques a la posición social de la clase trabajadora requieren formas dictatoriales de gobierno. En una conferencia de prensa el lunes, un alto funcionario del FMI elogió los enormes recortes en Argentina del presidente fascista Javier Millei, llamándolos “realmente impresionantes”.
En todos los países capitalistas, especialmente en Estados Unidos, han surgido tendencias similares hacia la dictadura. A su manera cruda, Musk, el rey de las criptomonedas y simpatizante fascista, expresa la perspectiva autoritaria de la aristocracia financiera estadounidense.
Los multimillonarios, que predican la necesidad de la “eficiencia”, son el mayor desperdicio de recursos de la sociedad, con creces. Los milmillonarios del mundo, 2.781 personas, poseen 14,2 billones de dólares, más de la mitad del PIB de Estados Unidos, según las últimas cifras de Forbes .
Un informe publicado en enero por Oxfam encontró que la riqueza de los cinco hombres más ricos del mundo se ha más que duplicado desde 2020, un período de tiempo en el que se han producido las muertes prevenibles de más de 20 millones por COVID-19, mientras que cinco mil millones de la población de la Tierra se han empobrecido.
Los trabajadores deben sacar las conclusiones necesarias. La lucha contra la masacre global de empleos requiere el desarrollo de un movimiento global similarmente unificado de la clase trabajadora sobre la base de sus intereses comunes.
La Alianza Internacional Obrera de Comités de Base se está construyendo como la conducción de dicho movimiento, que corresponde a las necesidades de la lucha de clases en la economía global del siglo XXI.
Un elemento crítico de esta batalla global es la lucha contra la guerra. Los trabajadores no pueden dejarse dividir por los conflictos nacionales instigados por la clase dominante. Esto es lo que la burocracia sindical, que funciona como nada más que una extensión del Gobierno, está tratando de hacer.
El presidente del UAW, Shawn Fain, ha hecho repetidas apariciones junto al presidente Biden en las que “El Genocida Joe” ha invocado la economía de guerra durante la Segunda Guerra Mundial como modelo para la actualidad y ha pedido que los estadounidenses construyan portaaviones y tanques.
Por encima de todo, lo que se requiere es un programa socialista. El capitalismo es un sistema económico obsoleto que es incapaz de aprovechar las nuevas tecnologías y otros avances en beneficio de la sociedad. Musk y sus compañeros oligarcas deben ser expropiados, junto con los bancos y las grandes corporaciones, y estos activos deben colocarse bajo el control democrático de la clase trabajadora. Los avances en la automatización y la IA deben utilizarse para aliviar la carga del trabajo y financiar grandes mejoras en la vida de las personas, eliminando el hambre, la guerra y la pobreza.
Ese es el programa por el que lucha el World Socialist Web Site y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 16 de abril de 2024)