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Informe de apertura del Octavo Congreso del Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.)

Reporte al Octavo Congreso del Partido Socialista por la Igualdad

Publicamos el informe de apertura del Octavo Congreso del Socialist Equality Party (SEP; Partido Socialista por la Igualdad) de Estados Unidos presentado por David North, presidente nacional del SEP. El congreso se celebró del 4 al 9 de agosto de 2024. Se adoptaron por unanimidad dos resoluciones: “Las elecciones estadounidenses de 2024 y las tareas del Partido Socialista por la Igualdad ” y “ ¡Liberen a Bogdan Syrotiuk!”.

Al iniciar los trabajos de este congreso, es apropiado rendir homenaje a la memoria de una miembro fundadora de nuestro partido, la camarada Helen Halyard, quien falleció el 28 de noviembre de 2023 a la edad de 73 años. Si se incluye, como es necesario, la historia de la Workers League (Liga Obrera), la organización predecesora del Partido Socialista por la Igualdad, esta es la primera vez en más de medio siglo que la camarada Helen no asiste a un congreso de la sección estadounidense del Comité Internacional.

Helen Halyard: una vida dedicada a la victoria del socialismo mundial

Helen perteneció al partido durante 52 años, durante los cuales ocupó una posición de liderazgo. Fue miembro del Comité Nacional de la sección estadounidense desde 1973 hasta su muerte. Desde 1976 hasta 2008, Helen ocupó el puesto de secretaria nacional adjunta. En 1974 y 1976, representó a la Workers League como candidata al Congreso. En 1984, fue su candidata a la vicepresidencia. Ocho años después, en 1992, Helen fue la candidata presidencial de la Workers League.

Helen desempeñó un papel importante en la historia no solo de la Workers League y el Partido Socialista por la Igualdad, sino también del Comité Internacional de la Cuarta Internacional. Su contribución está arraigada en los cimientos de nuestro partido mundial. Aunque Helen ya no está físicamente con nosotros, todo lo que aportó al partido sigue vivo.

La Cuarta Internacional es un partido de historia. Sus cuadros están comprometidos colectivamente en una lucha para poner fin al sistema capitalista y crear el marco económico y político necesario para la liberación de la clase trabajadora de la explotación y la opresión. Una tarea de esta magnitud histórico-mundial, “el ascenso del hombre desde el reino de la necesidad al reino de la libertad” –en cuyo logro depende la supervivencia de la humanidad– exige un compromiso inmenso y duradero. Como dijo Trotsky: “Nunca ha habido una tarea más grande en la tierra. Sobre cada uno de nosotros recae una tremenda responsabilidad”. Y continuó:

Nuestro partido nos exige a cada uno de nosotros, total y completamente. Dejemos que los filisteos persigan su individualidad en el espacio vacío. Para un revolucionario, entregarse por completo al partido significa encontrarse a sí mismo.

Helen salud al historiador soviético Vadim Rogovin tras su llegada a Detroit el 2 de febrero de 1995

La camarada Helen ejemplificó la importancia de los cuadros en la lucha por el socialismo. Los cuadros de nuestro movimiento mundial encarnan una vasta experiencia histórica colectiva. La delegada de mayor edad presente –de hecho, participa como parte de la delegación del SEP británico a este congreso– es la camarada Barbara Slaughter, quien a la edad de 96 años acaba de completar un borrador de su autobiografía. La camarada Barbara nació en 1927, diez años después de la Revolución de Octubre, entre cuyas secuelas estuvo la huelga general británica de mayo de 1926. La traición de esa huelga histórica por parte de la dirección burocrática de los sindicatos, facilitada por las políticas oportunistas del Partido Comunista británico, tuvo como consecuencia la extrema privación que sufrieron amplios sectores de la clase obrera en la década de 1930, los años de la juventud de Barbara.

La camarada Barbara se comprometió por primera vez con la lucha por el socialismo durante la Segunda Guerra Mundial. Al ingresar en la Universidad de Leeds en septiembre de 1944, se unió a la Federación de Estudiantes Laboristas, controlada políticamente por el Partido Comunista Británico. Eso fue hace 80 años.

Barbara se pronuncia durante la Conferencia del Partido Laborista en 1962

Barbara fue miembro del Partido Comunista Británico durante una década. Pero la exposición de los crímenes de Stalin por el entonces líder del Partido Comunista soviético Nikita Kruschev en su “discurso secreto” de febrero de 1956 —y en octubre y noviembre de 1956 el Kremlin reprimió de forma sangrienta la Revolución húngara antiestalinista— llevó a Barbara a romper con el Partido Comunista Británico y, poco después, a unirse al movimiento trotskista en Reino Unido, que fundó la Socialist Labour League (SLL; Liga Socialista de los Trabajadores) en 1959. En 1973, la SLL, que estaba en proceso de adoptar una política centrista y pablista, se “transformó” en el Workers Revolutionary Party (WRP, Partido Revolucionario de los Trabajadores).

Las críticas de la Workers League entre 1982 y 1984 a la distorsión idealista subjetiva del marxismo por parte de Gerry Healy y al oportunismo político del WRP fueron ocultadas a los cuadros de la sección británica. Pero cuando los documentos de la Workers League se hicieron disponibles por primera vez en el otoño de 1985, durante la crisis que estalló en el seno del WRP, Barbara apoyó la tendencia trotskista ortodoxa aliada con el CICI. Durante los últimos 40 años, hasta el día de hoy, la camarada Barbara ha desempeñado un papel crítico en la dirección de la sección británica del CICI.

Otra integrante de la delegación británica a nuestro congreso es la camarada Vicky Short, quien cumplió 90 la semana pasada. Nació en España en 1934, en un pueblo de las afueras de Madrid, solo dos años antes del estallido de la Revolución española. Aunque esto ocurrió cuando era una niña, las trágicas consecuencias de la traición de la revolución por parte del estalinismo, que dio como resultado el establecimiento de la dictadura fascista bajo el mando de Franco, influirían profundamente en el desarrollo intelectual y político de Vicky. Emigró a Reino Unido en 1959.

Vicky Short a lo largo de las décadas

Aunque su padre había participado activamente en la política del Partido Comunista Español, Vicky se convirtió al trotskismo y se unió a la Socialist Labour League (SLL) en 1967. En 1985, la camarada Vicky, al igual que Barbara, apoyó la tendencia trotskista en el WRP dirigida por Dave Hyland, que defendía el programa del Comité Internacional en defensa del internacionalismo socialista y revolución permanente contra las facciones pablistas y nacional-oportunistas de Healy, Banda y Slaughter.

La actividad del miembro de mayor antigüedad de la sección estadounidense abarca ahora 65 años. Como todos ustedes saben simplemente por leer el World Socialist Web Site, el camarada Fred Mazelis continúa contribuyendo, a la edad de 83 años, con algunos de los mejores artículos publicados en el WSWS. Durante el último mes, ha escrito dos espléndidos artículos sobre el compositor alemán de izquierda Hanns Eisler y, hace apenas seis días, una reseña de la vida del novelista francés Émile Zola.

Fred es una figura histórica en el CICI y la sección estadounidense. Fred nació en mayo de 1941. Los acontecimientos históricos que dieron forma a la perspectiva cultural y política de su familia ocurrieron en Ucrania. Su abuela y su padre llegaron a Estados Unidos como refugiados, tras escapar de los pogromos mortales llevados a cabo por el régimen antibolchevique de Symon Petliura, que se saldó con el asesinato de aproximadamente 200.000 judíos ucranianos entre 1918 y 1921. El abuelo, el bisabuelo y el tío abuelo de Fred fueron asesinados en un pogromo a principios de 1919. Ese régimen es ahora glorificado por el actual Gobierno fascista de Kiev. En Estados Unidos, sus padres —aunque no eran miembros del Partido Comunista— vivían en un entorno social influenciado políticamente por el estalinismo.

Durante su juventud y adolescencia en la década de 1950, Fred vivió el clima reaccionario del anticomunismo de la Guerra Fría: las cacerías de brujas macartistas, la omnipresente inclusión en listas negras y las ejecuciones de Julius y Ethel Rosenberg. En el entorno del estalinismo y la izquierda radical, Fred fue testigo del impacto del “discurso secreto” de Kruschev y de la Revolución húngara. Fred era un lector voraz y finalmente entró en contacto con el movimiento juvenil que se estaba desarrollando bajo la influencia del Socialist Workers Party (SWP; Partido Socialista de los Trabajadores), que todavía estaba afiliado al Comité Internacional.

El líder del trabajo juvenil del SWP era Tim Wohlforth, que había roto con Max Shachtman, quien había abandonado el trotskismo y se había convertido en un importante asesor político de la burocracia anticomunista de la AFL-CIO. Fred conoció a Wohlforth y a otro joven trotskista, Danny Freeman, en 1958. Fred empezó a desempeñar un papel destacado en el trabajo del movimiento juvenil, que se conocería como la Young Socialist Alliance (YSA; Alianza de Jóvenes Socialistas) cuando se estableció como organización nacional en 1960.

Pero para entonces el SWP ya estaba en proceso de repudiar los principios por los que había luchado en la lucha de 1953 contra el pablismo. Bajo el liderazgo de Joseph Hansen, el SWP estaba trabajando agresivamente por una reunificación con el Secretariado Internacional pablista. Wohlforth, que había declarado su apoyo a las críticas hechas por la Socialist Labour League a la orientación revisionista del SWP, fue apartado de la dirección de la YSA. En su lugar, un grupo de estudiantes sin vínculos previos con la política socialista, misteriosamente reclutados en el Carleton College de Minnesota, lo sustituyó. Fred pasó a formar parte de la minoría pro-CICI en el SWP, que se oponía a la reunificación de 1963 con los pablistas. En septiembre de 1964, Fred, Wohlforth y otros miembros de la oposición pro-CICI fueron expulsados del SWP por exigir una discusión sobre la entrada del LSSP ceilanés, afiliado a la Internacional pablista, en el Gobierno burgués de la señora Bandaranaike.

Fred Mazelis en la conferencia de la Alianza Sindical por un Partido Obrero, ciudad de Nueva York, 1973

Fred se convirtió en miembro fundador del American Committee for the Fourth International (ACFI; Comité Estadounidense por la Cuarta Internacional) y lo representó en el Tercer Congreso del CICI en abril de 1966. En noviembre de 1966, fue cofundador de la Workers League. Cuando la conducta cada vez más oportunista y carente de principios de Wohlforth culminó en una violación irresponsable de la seguridad de la Workers League y del Comité Internacional y en su deserción del partido, Fred asumió el puesto de secretario nacional. Ocupó ese puesto desde el otoño de 1974 hasta enero de 1976.

Durante los siguientes 45 años, continuó desempeñando un papel dirigente en la Workers League y el Partido Socialista por la Igualdad como miembro del Comité Nacional, del que se retiró en 2014. En febrero de 1984, el camarada Fred formó parte de la delegación de la Workers League a la reunión del CICI en la que presenté críticas detalladas de la política pablista del WRP. Fred me defendió enérgicamente contra las denuncias carentes de principios y difamatorias de los líderes del WRP.

El trabajo del Comité Internacional está dirigido por camaradas cuya experiencia personal y política colectiva abarca dos tercios del siglo XX y el primer cuarto del XXI. La camarada Barbara nació en la década de 1920, la camarada Vicky en la de 1930 y el camarada Fred en la de 1940. La generación de dirigentes de la que formo parte nació a finales de los años 1940 y principios de los 1950. Nuestro desarrollo político se produjo bajo la sombra oscura y duradera de la Segunda Guerra Mundial y la radicalización masiva de los años 1960. Si bien hay algunos miembros del SEP nacidos en los años 1970 y principios de los 1980 (el número limitado refleja el clima de reacción política y cultural de ese período), un número significativo de dirigentes más jóvenes nacieron a finales de los 1980 y principios de los 1990. Y en este congreso hay camaradas que ya desempeñan papeles importantes en el trabajo del partido y que nacieron durante la primera década del siglo XXI.

Nos enfrentamos al hecho extraordinario de que casi ocho décadas separan el nacimiento de los miembros más antiguos de los más jóvenes de nuestro partido. La camarada de mayor edad, Barbara, vino al mundo cuando Trotsky, aunque perseguido, era todavía dirigente de la Unión Soviética. La más joven de nuestras camaradas vino al mundo más de 60 años después del asesinato de Trotsky y una década después de la disolución de la URSS.

¿Qué importancia tiene el hecho de que las vidas de los delegados presentes en este congreso abarquen una extensión tan vasta de la historia y, además, que las experiencias políticas por las que pasaron los camaradas más antiguos conserven una inmensa relevancia para el trabajo político de los más jóvenes? Esto ejemplifica la naturaleza esencial de la Cuarta Internacional. Es un “partido de la historia”, en el sentido de que su existencia y trabajo se concentran en los problemas de toda una época histórica, la época de la revolución socialista mundial. Los problemas políticos fundamentales que enfrentaron los camaradas Barbara, Vicky, Fred y, podría agregar, los jóvenes ahora septuagenarios de mi generación siguen siendo los problemas que enfrentan los camaradas que ahora tienen entre 18 y un poco más de 30 años.

León Trotsky

Poco más de un año después del nacimiento de Barbara, Trotsky formuló concisamente la perspectiva marxista:

La culminación de la revolución socialista dentro de los límites nacionales es impensable. Una de las causas fundamentales de la crisis de la sociedad burguesa es el hecho de que las fuerzas productivas creadas por ella ya no pueden conciliarse con el marco del Estado nacional. De ahí se desprenden, por una parte, las guerras imperialistas y, por otra, la utopía de unos Estados Unidos burgueses de Europa. La revolución socialista comienza en el terreno nacional, se desarrolla en el internacional y se completa en el mundial. De este modo, la revolución socialista se convierte en una revolución permanente en un sentido nuevo y más amplio de la palabra; solo llega a su culminación con la victoria final de la nueva sociedad en todo nuestro planeta. [La revolución permanente, capítulo 10: “¿Qué es la revolución permamente?”]

El siglo pasado terminó sin completar sus tareas históricas. Fue, como hemos escrito, el siglo inacabado. Dejó para el siglo XXI los problemas planteados por las contradicciones del capitalismo mundial que no podía resolver en la práctica. Pero la solución de estos problemas no puede posponerse por mucho tiempo. Actualmente nos encontramos en una etapa muy avanzada y tardía de la época histórica que se inició hace exactamente 110 años, el 4 de agosto de 1914, con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Es necesario hacer una advertencia: el proceso de agonía del capitalismo no puede durar y no durará eternamente. Ya nos enfrentamos al espectro de una Tercera Guerra Mundial que, si no se detiene, conducirá indudablemente al uso de armas nucleares. El capitalismo debe ser derrocado y reemplazado por el socialismo antes de que resulte en la destrucción de la civilización humana. La situación objetiva actual confiere la mayor urgencia al trabajo del Comité Internacional de la Cuarta Internacional y de este congreso.

El objetivo histórico a cuyo cumplimiento se dedica el Partido Socialista por la Igualdad está definido por su programa. En su Congreso Fundacional en agosto de 2008, el SEP adoptó una resolución titulada Las bases históricas e internacionales del Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.). Este documento elabora la historia de la lucha por el programa del SEP. El Congreso Fundacional dedicó varios días a una discusión detallada del documento. Cada uno de los 255 párrafos numerados que componen este documento fueron discutidos y aprobados por unanimidad de los delegados presentes en el congreso. El congreso también adoptó otro documento, la Declaración de principios. Cada uno de los 40 párrafos numerados fue discutido exhaustivamente y aprobado por unanimidad por los delegados.

Estos dos documentos establecieron claramente la identidad política históricamente fundamentada del Partido Socialista por la Igualdad como una organización trotskista “en solidaridad con el Comité Internacional de la Cuarta Internacional y aceptando su autoridad política”. Oponiéndose a la miopía e impaciencia que caracteriza a todas las organizaciones oportunistas, que habitualmente prescinden de los principios y adaptan sus programas a consideraciones pragmáticas vulgares, en busca de un éxito barato y efímero, la Declaración de principios declaraba:

La revolución socialista, que significa la entrada forzosa de las masas en la lucha política consciente, presagia la transformación más grande y progresiva de la forma de organización social del hombre en la historia mundial: el fin de la sociedad basada en clases y, por lo tanto, de la explotación de seres humanos por otros seres humanos. Una transformación tan inmensa es obra de toda una época histórica. [Pág. 1, párrafo 1]

Para los opositores de la Cuarta Internacional, es la defensa de los principios y el programa lo que constituye el mayor pecado del movimiento trotskista. Un académico británico, John E. Kelly, ha escrito recientemente dos libros, ambos publicados por Routledge, en los que denuncia el trotskismo. El primero, titulado Trotskismo contemporáneo, se publicó en 2018. El segundo, El ocaso del trotskismo, se publicó el año pasado. Uno podría preguntarse por qué una importante editorial como Routledge decidió gastar recursos considerables en el espacio de cinco años en la publicación de dos libros dedicados al estudio de un movimiento supuestamente irrelevante que está descendiendo al “crepúsculo” de su historia.

Kelly, que había sido (y puede que todavía sea) miembro del Partido Comunista Británico, afirma que el principal defecto del trotskismo es que

pone en primer plano la explotación de clase, la lucha de clases, la construcción de un partido de vanguardia y la batalla entre la política revolucionaria y la reformista. El lenguaje trotskista sobre la acción política, en los documentos programáticos y de perspectivas, invariablemente se centra en esos actores abstractos, la clase obrera o las masas, ocasionalmente acompañadas por una pequeña burguesía mal definida. [Contemporary Trotskyism, pág. 237]

La clase obrera es, según Kelly, un “actor abstracto”. Los actores más significativos, que los trotskistas ignoran o a los que no prestan suficiente atención, están determinados por “Otras formas de opresión, basadas en el género, la orientación sexual y la etnia…” [pág. 237] Desde un punto de vista materialista científico, es Kelly quien contrapone categorías sociales abstractas, desprovistas de contenido socioeconómico preciso, al análisis concreto de las relaciones socioeconómicas que se forman dentro del modo de producción capitalista y operan sobre la base de éste.

Como resultado de su compromiso con la ortodoxia marxista,

El movimiento trotskista tiene un historial de fracaso político sin precedentes. En casi un siglo de existencia, los trotskistas nunca han liderado una revolución, ganado una elección nacional o construido un partido político duradero y de masas (con la posible excepción del Partido Sama Samaja de Sri Lanka, LSSP, en la década de 1950). [Twilight of Trotskyism, pág. xi]

Continuando con su diatriba, Kelly afirma:

El escenario revolucionario dirigido por los trotskistas, que nunca se ha llevado a la práctica en ninguna parte a pesar de casi un siglo de esfuerzos, equivale a una trágica y derrochadora desviación de energía política y recursos que se alejan de la política radical seria. [Twilight of Trotskyism, pág. xiii]

La peor de todas las sectas trotskistas, según Kelly, es el CICI. Escribe:

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) fue fundado inicialmente en 1953, pero resurgió tras la implosión del WRP en 1985 bajo el liderazgo del activista estadounidense David North, un individuo inmodesto y arrogante. Para North y sus colegas, solo hay una corriente de marxismo: “El trotskismo es el marxismo del siglo XXI”, y dentro del universo trotskista, solo hay un partido trotskista genuino. [Twilight of Trotskyism, p. 96]

Para fundamentar su acusación, Kelly cita el siguiente pasaje de la declaración de Año Nuevo publicada en el World Socialist Web Site el 3 de enero de 2019, que decía:

Teóricamente y en la práctica, el CICI ha establecido que es el único partido revolucionario de la clase obrera internacional y el único representante del marxismo genuino. No existe ninguna tendencia política en el mundo fuera del CICI que pueda afirmar de manera plausible que representa la continuidad del partido internacional fundado por Trotsky en 1938. [Publicado originalmente en el WSWS con el título: “La estrategia de la lucha de clases internacional y la lucha política contra la reacción capitalista”]

Este no es el momento ni el lugar para una respuesta detallada al señor Kelly, pero hay dos puntos que deben señalarse. Si bien desestima sarcásticamente el fracaso del movimiento trotskista en dirigir una revolución socialista, Kelly ignora las acciones contrarrevolucionarias, que frecuentemente implicaron una violencia asesina, llevadas a cabo por los partidos estalinistas y socialdemócratas de masas y las organizaciones sindicales, en alianza con el Estado, para aislar y destruir al movimiento trotskista y defender el sistema capitalista. Kelly pretende que el movimiento trotskista ha llevado a cabo su trabajo revolucionario en condiciones ideales de laboratorio.

La segunda cuestión, en realidad una pregunta, es la siguiente: ¿cuáles son los grandes éxitos políticos alcanzados por aquellas organizaciones y sus líderes que se dedican a lo que Kelly llama una política “seria”, es decir, no revolucionaria? Kelly informa a sus lectores que fue miembro del Partido Comunista Británico durante la década de 1980. ¿Cuáles fueron los grandes y duraderos logros de este partido, que estuvo implicado en todos los crímenes y traiciones llevados a cabo por el régimen estalinista en el Kremlin desde la década de 1920 hasta la catastrófica disolución de la Unión Soviética en 1991?

En cuanto al Partido Laborista, 118 años después de su fundación, es un instrumento despiadado del imperialismo británico, dirigido por una camarilla de belicistas de derecha dedicados al desmantelamiento incluso de las limitadas reformas implementadas por los Gobiernos laboristas en los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Se puede suponer con seguridad que Kelly es un seguidor devoto de Jeremy Corbyn, el eunuco político que personifica la impotencia de los contemporáneos de la política pseudoizquierdista, antimarxista y antitrotskista. Arrastrado hasta la dirección del Partido Laborista con un apoyo popular masivo, Corbyn procedió a devolver el poder a la derecha blairista. Fuera de Reino Unido, Syriza en Grecia y Podemos en España dieron ejemplos similares de bancarrota política.

La gran fortaleza de la Cuarta Internacional, dirigida por el Comité Internacional, es que su programa está en consonancia con la situación objetiva y la lógica de la lucha de clases a escala internacional. Por grandes que sean las dificultades, el programa del Partido Socialista por la Igualdad y del CICI da expresión a los intereses de la clase trabajadora en Estados Unidos y a escala mundial.

El Octavo Congreso se está celebrando en condiciones de una enorme crisis económica y política del sistema capitalista. En solo tres meses se celebrarán las elecciones presidenciales. El SEP está interviniendo en estas elecciones y está buscando aparecer en el boleto en varios estados. Dos cuestiones fundamentales dominan estas elecciones: la escalada del imperialismo estadounidense hacia una guerra global y el colapso de la democracia en Estados Unidos.

Los delegados del Congreso han recibido una extensa resolución que establece de manera concisa la posición del Partido Socialista por la Igualdad sobre estas dos cuestiones críticas e interrelacionadas. Esta resolución, de hecho, resume el análisis desarrollado por el SEP durante la última década y ha sido objeto de numerosas declaraciones publicadas en el WSWS. En sus informes, los camaradas Joe Kishore y Andre Damon analizarán el desarrollo histórico de la respuesta del partido a la erupción del militarismo estadounidense.

Rosa Luxemburgo

Sin embargo, me gustaría anticipar sus informes subrayando el contenido político esencial de la campaña del partido contra la guerra en el contexto de la campaña electoral. En 1911, cuando el Partido Socialdemócrata Alemán se preparaba para unas elecciones cruciales, en el contexto de una escalada de tensiones geopolíticas que finalmente estallarían en una guerra, Rosa Luxemburgo escribió:

Hasta ahora, el orgullo y la firme base científica de nuestro partido ha sido que no solo las líneas generales de nuestro programa, sino también las consignas de nuestra política práctica cotidiana no fueron inventadas de la nada como algo deseable, sino que, en todas las cosas, nos basamos en nuestro conocimiento de las tendencias del desarrollo social y convertimos las líneas objetivas de este desarrollo en la base de nuestra actitud. Para nosotros, el factor determinante hasta ahora no ha sido la posibilidad de implementar nuestras demandas desde el punto de vista de la relación de fuerzas dentro del Estado, sino la posibilidad de hacerlo desde el punto de vista de las tendencias del desarrollo de la sociedad…

La política mundial y el militarismo que la sirve en tierra y mar, en tiempos de guerra o de paz, no son otra cosa que el método capitalista específico para desarrollar y resolver los antagonismos internacionales. Con el desarrollo ulterior del capitalismo y del mercado mundial, estos antagonismos crecen y se incrementan inconmensurablemente, junto con las contradicciones de clase internas, hasta que se vuelven intolerables y provocan una revolución social. Solo quienes creen en la mitigación y el debilitamiento de los antagonismos de clase, y en la posibilidad de frenar la anarquía económica del capitalismo, pueden creer que estos conflictos internacionales podrían de alguna manera ser disminuidos, atenuados y eliminados. Los antagonismos internacionales entre Estados capitalistas no son más que el complemento de los antagonismos de clase, y la anarquía política mundial no es más que el reverso del sistema anárquico de producción del capitalismo. Ambos solo pueden crecer juntos y ser superados juntos. Por lo tanto, “un poco de orden y paz” es imposible; es una utopía pequeñoburguesa tanto en lo que respecta al mercado mundial capitalista como a la política mundial, y lo mismo es cierto en cuanto a limitar las crisis o los armamentos. [“Peace Utopias”, de Rosa Luxemburgo, en Discovering Imperialism: Social Democracy to World War I, traducido al inglés, editado e introducido por Richard B. Day y Daniel Gaido, Chicago: Haymarket Books, 2012, págs. 448-49]

Al citar estas palabras, escritas hace 113 años, no estamos simplemente repitiendo viejas verdades. Puede que sean, de hecho, “viejas verdades”, pero estas “viejas verdades” adquieren una nueva e inmensa relevancia contemporánea en la situación actual. Hay, sin duda, un grado asombroso de imprudencia, por no decir de crueldad, en las políticas de la Administración de Biden en su escalada de la guerra en Ucrania contra Rusia, su apoyo simultáneo a la guerra genocida de Israel en Gaza, y la continua intensificación de la confrontación con China. Pero tanto la temeridad como la crueldad tienen su origen en contradicciones objetivas que surgen de la interacción del sistema de Estados nación con el carácter global del proceso de producción y los esfuerzos desesperados, arraigados en necesidades existenciales, de las élites corporativas y financieras de los Estados Unidos para batir todos los desafíos a su hegemonía global.

David North

En septiembre de 1987, el informe de apertura presentado en el campamento de verano de la Workers League —con base en una discusión en el Cuarto Pleno del Comité Internacional varias semanas antes— llamó la atención sobre ciertos acontecimientos críticos en la estructura económica del capitalismo mundial. El primero de ellos fue:

La integración sin precedentes del mercado mundial y la internacionalización de la producción, que ha agravado la contradicción fundamental entre la economía mundial y el sistema de Estados nación, y entre la producción social y la propiedad privada, a un nivel de intensidad concreta sin precedentes históricos. El predominio absoluto y activo de la economía mundial sobre todas las economías nacionales, sin importar cuán grandes sean, es un hecho incuestionable de la vida. [“Informe político sobre las perspectivas del Comité Internacional de la Cuarta Internacional”, por David North, en Fourth International, enero-marzo de 1988, volumen 15, núm. 1]

La característica distintiva de esta nueva evolución de la producción capitalista fue el surgimiento de la corporación transnacional, que organizó y coordinó un proceso internacional de producción de mercancías. Se trataba de un desarrollo que iba más allá de la corporación multinacional, que mantenía instalaciones para su producto en un conjunto de países, principalmente con el propósito de penetrar en los mercados de países extranjeros. El Comité Internacional reconoció las implicaciones trascendentales y revolucionarias de este desarrollo para la clase obrera. En primer lugar, socavó drásticamente la viabilidad de las formas de lucha de clases basadas principalmente en estrategias y organizaciones nacionales. En segundo lugar, hizo necesaria y, al mismo tiempo, creó las condiciones para la unificación estratégica de la clase obrera mundial en una lucha internacional contra el capitalismo mundial.

El análisis del Comité Internacional fue confirmado desde hace mucho tiempo. Ahora existe una vasta cantidad de literatura que ha estudiado y explicado la dinámica de la producción transnacional y sus implicaciones económicas, geopolíticas y militares. Es bien sabido que en el centro del conflicto creciente entre Estados Unidos y China se encuentra una disputa por el dominio de las redes globales de producción que caracterizan la economía mundial del siglo XXI.

A raíz de la revolución de las tecnologías de comunicación basadas en la tecnología digital, hoy existe un “mundo interconectado de producción” que fue descrito concisamente por el economista Martin Kenney:

Los bienes que compramos son el resultado final de una odisea transnacional cuidadosamente coreografiada. Estos objetos son parte de una economía cuyos tentáculos se extienden cada vez más hacia afuera, vinculando, integrando y transformando lugares tanto lejanos como cercanos. [Citado en Global Production Networks: Theorizing Economic Development in an Interconnected World, por Neil M. Coe y Henry Wai-Chung Yeung, Oxford University Press, 2015, pág. 2]

En un estudio extenso sobre las nuevas redes globales de producción, titulado Global Shift: Mapping the Changing Contours of the World Economy, el economista Peter Dicken ha escrito que

... durante las últimas tres décadas del siglo XX, la globalización de la economía mundial se desarrolló e intensificó de maneras que eran cualitativamente muy diferentes a las de períodos anteriores. En el proceso, muchas de las cosas que usamos en nuestra vida diaria provienen de una geografía cada vez más compleja de producción, distribución y consumo, cuya escala geográfica se volvió mucho más extensa y cuya coreografía se volvió cada vez más enmarañada. De hecho, la mayoría de los productos desarrollaron una geografía tan compleja (las piezas se fabricaban en distintos países y luego se ensamblaban en otro) que las etiquetas de origen comenzaron a perder su significado. En general, muchos empezaron a considerar esa globalización como el “orden natural”: un proceso inevitable e inexorable de creciente expansión geográfica e integración funcional entre las actividades económicas. [pág. 1]

La crisis de septiembre de 2008 casi provocó el colapso del sistema financiero internacional y amenazó todo el proceso de globalización. Pero, tras la masiva operación de rescate llevada a cabo por la Reserva Federal, el impacto real de la crisis fue aumentar la necesidad financiera de expandir las redes de producción globales.

Una consecuencia inevitable del proceso ha sido la extrema intensificación de los conflictos geopolíticos. El World Socialist Web Site publicó un importante artículo del camarada Gabe Black que explica la disputa de minerales y metales críticos en el contexto de las tecnologías que son la base operativa de la producción transnacional. Junto con el afán del acceso y control irrestrictos a los minerales y metales críticos, está la lucha por el dominio de las redes de producción de la economía mundial interconectada.

En un artículo académico publicado recientemente en la revista Geopolitics, titulado “La segunda guerra fría: la competencia entre Estados Unidos y China por la centralidad en las redes digitales, financieras, de infraestructura y de producción”, se explica la naturaleza y la importancia del conflicto:

Estados Unidos y China buscan establecer la centralidad en las redes que puede utilizar para proyectar su poder geopolítico y geoeconómico. En la práctica, esto se hace a través de una serie de estrategias, como (1) establecer reglas del juego que determinen cómo se integran las redes, quién puede participar en ellas y hacer cumplir las reglas, (2) reestructurar las redes o, en casos limitados, (3) construir redes alternativas que compitan…

Al lograr y aprovechar la centralidad de la red (en particular conectando y controlando nodos clave), los actores pueden obtener acceso privilegiado a insumos estratégicos, gestionar la circulación de la información, ejercer control sobre la división más amplia del trabajo, establecer estándares y excluir a competidores (o asegurar que permanezcan en una posición subordinada) y capturar valor dentro de las redes de producción. La centralidad en una red ofrece una ventaja estratégica, poder y ganancias que puede conducir a ventajas en redes interrelacionadas. [págs. 1094-95]

El tema de las redes globales de producción es complejo y requiere un estudio detallado. Pero ya está claro que los enormes avances en la globalización económica han intensificado muchísimo las contradicciones del sistema capitalista mundial, lo que ha de exacerbar los conflictos militares hasta el punto de una catastrófica Tercera Guerra Mundial o conducir a la unificación políticamente consciente de la lucha de clases internacional con base en la estrategia de la revolución socialista mundial.

La tarea del SEP y de todas las secciones del CICI es ampliar la influencia del partido en la clase obrera para que la tendencia objetiva hacia la revolución socialista prevalezca sobre la tendencia hacia la guerra mundial.

Hace cien años, en el otoño de 1924, Trotsky escribió un panfleto titulado Lecciones de Octubre. Su propósito era examinar las cuestiones críticas que enfrentó el Partido Bolchevique durante las luchas revolucionarias de 1917. Su análisis franco de las diferencias que surgieron dentro del partido, identificando los errores políticos de los “viejos bolcheviques”, como Zinóviev y Kámenev, indignó a los enemigos políticos de Trotsky. Pero las intenciones de Trotsky no habían sido facciosas. Identificó las lecciones críticas de la Revolución de Octubre que debían ser asimiladas por los cuadros del movimiento revolucionario internacional para lograr la victoria de la clase obrera.

La primera lección fue que en la época del imperialismo la lucha por la democracia no podía separarse de la lucha por el socialismo. Aquellos líderes del Partido Bolchevique que habían creído que la lucha por las “reivindicaciones democráticas” constituía una etapa distinta en una lucha prolongada por el socialismo habían demostrado estar equivocados. El logro de las reivindicaciones democráticas fundamentales solo fue posible en el contexto del derrocamiento del poder burgués, el establecimiento del poder estatal obrero, un ataque directo a la propiedad capitalista y el inicio de la transición al socialismo.

La segunda lección se relacionaba con la respuesta del partido marxista y sus cuadros al surgimiento de una situación revolucionaria; es decir, la relación entre los factores objetivos y subjetivos en una situación en la que se plantea directamente el problema del poder político. Basándose en la experiencia positiva de la victoria bolchevique en octubre de 1917 y la experiencia negativa de la derrota del Partido Comunista Alemán en octubre de 1923, Trotsky desarrolló el argumento de que las acciones del factor subjetivo, es decir, el partido, en un momento crítico de la lucha –en un marco temporal que puede no ser mayor que varias semanas, o incluso varios días— podrían definir el derrotero de la revolución durante años e incluso décadas. Trotsky advirtió, en los términos más categóricos: “el partido que no se mantiene al día con las tareas históricas de su propia clase se convierte, o corre el riesgo de convertirse, en el instrumento indirecto de otras clases”. [El desafío de la Oposición de Izquierda (1923-25), pág. 261]

Ambas lecciones extraídas por Trotsky en el otoño de 1924 son decisivas para el partido en el otoño de 2024. La defensa de los derechos democráticos contra el crecimiento del autoritarismo y el fascismo y la lucha contra la guerra solo pueden librarse con éxito en el marco político de la lucha por el socialismo. Además, el nivel del trabajo del partido debe elevarse para satisfacer las exigencias de la situación objetiva.

Ese principio determina el enfoque de nuestro trabajo en la clase obrera. Como dijo Trotsky en las discusiones sobre el Programa de Transición, podría escribir un programa muy bonito, un programa muy simple que podría ser aceptado fácilmente, pero eso no serviría a los intereses de la clase obrera. Debemos decirles a los trabajadores la verdad. Nuestro programa no se basa en los estados de ánimo y concepciones subjetivas que en un momento u otro pueden ganar popularidad entre las masas. Nuestro programa se basa en la necesidad objetiva. Y como dijo Trotsky en esa ocasión, si los trabajadores no están dispuestos a aceptar nuestro programa, se verán obligados a aceptar el programa del fascismo. Esas son las alternativas que se presentarán.

Estados Unidos está entrando en una situación de ese tipo. Aprovecharemos el período electoral para transmitir a la clase obrera las lecciones de las grandes experiencias históricas de revolución social y contrarrevolución a lo largo de todo un siglo. El desafío central de nuestro tiempo —el desarrollo en la clase obrera de ese nivel de conciencia necesario para que pueda por fin cumplir sus tareas históricas a escala mundial— ese objetivo impulsará todo nuestro trabajo en las semanas y meses venideros.

Este es el enfoque que adoptaremos en la campaña electoral. Es un desafío enorme para los cuadros de nuestro movimiento. No nos jactamos en vano cuando decimos que nuestro partido es el único representante del marxismo revolucionario, del socialismo. Es un hecho que no hay otra organización en estas elecciones que plantee ante la clase obrera el inmenso peligro de guerra que enfrenta o que plantee incluso la cuestión del fascismo y el peligro que representa la rápida desintegración de las formas existentes de democracia burguesa. Ya se puede ver el tren del pseudoizquierdismo detrás de la candidatura de Kamala Harris.

No aceptaremos nada de eso. Presentaremos a la clase obrera un programa que se base en una evaluación objetiva y científicamente fundamentada de la crisis del capitalismo mundial. Nos serviremos de todos los recursos intelectuales y políticos de nuestro movimiento para explicar las tareas que enfrenta la clase obrera, para llegar a los mejores elementos entre los trabajadores y la juventud, para proporcionar una salida progresista y revolucionaria a la creciente militancia y radicalización que ahora se está extendiendo por este país y por todo el mundo.

La tarea del SEP y de todas las secciones del CICI es ampliar la influencia del partido en la clase obrera para que la tendencia objetiva hacia la revolución socialista prevalezca sobre la tendencia hacia la guerra mundial.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 16 de agosto de 2024)

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