Español
Perspectiva

El Gobierno liberal canadiense colude con la Casa Blanca para poner fin a la huelga ferroviaria

Un tren de Canadian National cruza el puente Second Narrows sobre la bahía Burrard, Vancouver, Columbia Británica [Photo by cmh2315fl / CC BY-NC 2.0]

El Gobierno liberal de Canadá, en estrecha colaboración con la Administración de Biden en Washington, ha prohibido la huelga de 9.300 ferroviarios de Canadian National (CN) y Canadian Pacific Kansas City (CPKC). Después de que las dos empresas ferroviarias realizaran un cierre patronal a las 12:01 a.m. el jueves, el Gobierno anunció más tarde que impondría un arbitraje vinculante, privando a los trabajadores de su derecho a negociar las condiciones de su contrato y a declararse en huelga.

El ministro de Trabajo, Steven MacKinnon, ordenó a las empresas reanudar el servicio e invocó el artículo 107 del Código Laboral de Canadá, que permite al Gobierno ordenar a la Junta Canadiense de Relaciones Industriales (CIRB, sigla en inglés) que dicte las condiciones de los nuevos convenios colectivos. La CIRB también fue autorizado a prorrogar arbitrariamente los acuerdos anteriores hasta que se finalicen los nuevos contratos.

Esto equivale a una dictadura de la patronal ferroviaria autorizada por el Gobierno, que obtendrá todo lo que quiera del CIRB. Es consistente con la represión sistemática de las luchas obreras en los últimos años por parte del Estado capitalista canadiense, cuyos defensores lo presentan mentirosamente como una alternativa más mansa y “progresista” a Estados Unidos.

Las principales intervenciones estatales han incluido la prohibición de la huelga de los trabajadores de correos en 2018, la huelga de los estibadores de Montreal en 2021 y la huelga de los estibadores de la costa oeste el año pasado. En 2022, el Gobierno provincial de Ontario invocó la antidemocrática “cláusula notwithstanding ” (“no obstante”), que permite que el Gobierno viole a voluntad los derechos constitucionales de los trabajadores, ilegalizando una huelga en defensa de la educación.

El Gobierno de Trudeau también está siguiendo los pasos de la Administración de Biden, que prohibió una huelga ferroviaria a finales de 2022 para imponerles a los trabajadores a la fuerza los dictados de las empresas.

El sindicato Teamsters Canada Rail Conference (TCRC), agente negociador de los ferroviarios, contribuyó decisivamente a evitar la huelga. Durante meses hizo caso omiso a los votos masivos a favor de hacer huelga.

Solo cuando CN y CPKC anunciaron oficialmente el cierre patronal, la TCRC presentó un preaviso de huelga simbólico en CPKC. El TCRC actuó así porque los burócratas eran muy conscientes del inmenso poder social que poseen los ferroviarios para paralizar la economía y querían impedir que lo utilizaran.

Al prohibir la huelga, Ottawa defiende las ganancias de las empresas ferroviarias y de la gran patronal canadiense. Los dos ferrocarriles transportan en sus redes el 70 por ciento de los envíos terrestres interurbanos de mercancías y la mitad de las exportaciones del país. En 2023, CN y Canadian Pacific obtuvieron más de 25.000 millones de dólares en ingresos. Estos beneficios se obtienen mediante niveles intolerables de explotación, que se reflejan en los frecuentes accidentes trágicos y niveles masivos de sobrecarga laboral.

La criminalización de la lucha de los ferroviarios fue coordinada entre Ottawa y Washington, y al parecer el Gobierno de Biden intervino forzosamente en la situación en el momento decisivo. El secretario de Transporte, Pete Buttigieg, publicó en X el miércoles que el Gobierno estaba “dialogando” con Ottawa sobre el inminente cierre patronal, que habría interrumpido significativamente el comercio con EE.UU., así como los envíos de mercancías dentro de Canadá.

En otras palabras, Washington exigía una resolución. Veinticuatro horas más tarde, MacKinnon anunció que el Gobierno liberal prohibiría la huelga.

El imperialismo estadounidense y su socio canadiense querían poner fin rápidamente a la lucha, ante todo por razones económicas y geoestratégicas. La CPKC, nacida de la fusión el año pasado de la Canadian Pacific y la Kansas City Southern, explota un sistema transnacional que se extiende desde el Círculo Polar Ártico canadiense hasta el sur de México, pasando por Estados Unidos.

La red de Canadian National Railway Company (CN) tiene una extensión similar y llega hasta los puertos estadounidenses de la costa del golfo de México. Ambas desempeñan papeles clave en las cadenas de suministro norteamericanas dominadas por Estados Unidos, que Washington está utilizando como base de operaciones para el conflicto con sus principales rivales, especialmente China. Ottawa, como ha hecho durante décadas, sirve de socio imperialista menor de Washington.

Al calificar la huelga como una amenaza para la “seguridad nacional”, las grandes empresas canadienses reconocieron que se trata de una amenaza para esta estrategia.

La prohibición de la huelga forma parte de un ataque mundial contra los derechos democráticos de la clase trabajadora. La sociedad mundial está desgarrada por la desigualdad social y dominada por la creciente ira popular contra la desacreditada élite política de cada país.

El ataque a los derechos democráticos también está vinculado a las guerras criminales en el extranjero respaldadas por Estados Unidos y su aliado canadiense, incluido el genocidio en Gaza y la guerra por delegación contra Rusia.

Un instrumento clave en esta política es la burocracia sindical, que actúa para bloquear o sabotear la resistencia de la clase trabajadora. El mes pasado, Biden llamó a la AFL-CIO en Estados Unidos mi “OTAN nacional”.

Trudeau podría decir lo mismo de sus aliados del Congreso Laboral Canadiense (CLC), que mantiene una alianza con el Gobierno liberal y los socialdemócratas del Nuevo Partido Democrático (NDP, sigla en inglés). Mientras el NDP garantiza a los liberales una mayoría en el Parlamento, los sindicatos aseguran la “paz laboral” en el exterior confinando todas las luchas de los trabajadores al asfixiante marco de la “negociación colectiva”.

La prohibición de la huelga es una nueva prueba de que la clase obrera no solo lucha contra las empresas, sino también contra un sistema político controlado por la oligarquía empresarial.

La cuestión clave, por tanto, es la lucha por la independencia de la clase obrera de todo el entramado de control laboral. Mientras los ministros, los ejecutivos y sus lacayos sindicales afirman que los trabajadores deben aceptar contratos dictados por el Estado para enriquecer a la élite empresarial y financiar las guerras imperialistas, los ferroviarios y sus compañeros de toda la clase obrera deben luchar por los derechos sociales de todos los trabajadores a un trabajo dignamente pagado y seguro, y a programas sociales bien financiados.

Los trabajadores ferroviarios pueden recurrir a un poderoso movimiento de la clase obrera internacional que ya está en marcha. Más de 17.000 trabajadores están actualmente en huelga en AT&T en todo el sureste de EEUU, mientras que se está gestando la oposición internacional en las plantas de Stellantis a la masacre de puestos de trabajo en la industria automovilística. Y el convenio de los ferroviarios estadounidenses se renegociará una vez más a finales de año.

La unificación de estas luchas requiere el desarrollo de nuevas formas de organización: comités de base, bajo el control de los propios trabajadores y opuestos a las burocracias sindicales nacionalistas y procapitalistas.

La construcción de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB), con fuertes contingentes de trabajadores ferroviarios y trabajadores de todas las industrias clave, creará las condiciones para la movilización política de la clase obrera contra el corporativismo y la guerra y por el control obrero de los medios de producción y distribución.

Por encima de todo, debe construirse un partido político capaz de proporcionar la dirección socialista revolucionaria necesaria para prevalecer en la confrontación directa con el programa de austeridad capitalista y guerra de la élite gobernante.

Ese partido consiste en los Partidos Socialistas por la Igualdad de Canadá y Estados Unidos, que luchan por armar el creciente movimiento de la clase obrera en todo el mundo con una perspectiva socialista e internacionalista por el poder obrero.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de agosto de 2024)

Loading