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Perspectiva

¡Opónganse a la campaña ultraderechista contra los refugiados en Alemania! ¡Defiendan a los refugiados y los derechos democráticos!

El Sozialistische Gleichheitspartei (SGP; Partido Socialista por la Igualdad) rechaza categóricamente la agitación contra los refugiados y los llamados a atacar el derecho al asilo que están dominando la vida pública alemana en la semana previa a las elecciones estatales en Sajonia y Turingia en el este de Alemania. ¡Llamamos a los trabajadores, jóvenes y todos quienes rechazan el racismo y el fascismo a que se opongan y defiendan los derechos a los refugiados y los derechos democráticos!

La afirmación de la coalición federal, conformada por el Partido Socialdemócrata (SPD, todas las siglas en alemán), Los Verdes y el Partido Liberal Demócrata (FDP), de que cerrar las fronteras, recortar recursos destinados a los refugiados, su deportación a Afganistán y Siria, entregar nuevas facultades al aparato de vigilancia estatal y medidas similares sirven para proteger a la población de los atentados terroristas, es una mentira transparente.

El canciller alemán Olaf Scholz ha aprovechado el ataque en Solingen, Alemania, para exigir la represión de los migrantes [Photo by Bundesregierung/Marvin Ibo Güngör]

A través de sus ataques a los refugiados, el Gobierno, todos los partidos del establishment y los medios de comunicación persiguen objetivos muy diferentes:

  • Están tratando de dividir a la clase trabajadora, que ahora es más grande e internacional que nunca y está siendo explotada por las mismas corporaciones e instituciones financieras en todo el mundo.
  • Utilizan de chivo expiatorio a los refugiados y migrantes, los miembros más débiles y desfavorecidos de la sociedad, por los males sociales (viviendas caras, falta de guarderías, escasez de maestros, bajos salarios), cuando en realidad son los multimillonarios y los gigantescos gastos para la guerra y el rearme los responsables. Bajo los nazis, los judíos fueron utilizados como un pararrayos para la indignación social; hoy es el turno de los refugiados y los musulmanes.
  • Las élites gobernantes están construyendo un Estado policial y erosionando los derechos democráticos fundamentales para reprimir la creciente oposición a la guerra, los recortes sociales y los despidos. La nueva Gestapo, que está surgiendo bajo el pretexto de la lucha contra los ataques terroristas, está dirigida contra los trabajadores en huelga, los opositores a la guerra y los socialistas.
  • Están fortaleciendo deliberadamente la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Todos los mayores partidos, desde la Unión de Demócratas Cristianos (CDU) hasta el SPD, el FDP y Los Verdes, hasta el partido La Izquierda y su escisión, la Alianza Sahra Wagenknecht, se están uniendo al coro antiinmigrante. Esto demuestra que este partido fascista no es un cáncer en una sociedad por lo demás sana, sino una expresión de un desarrollo social fundamental. Los antagonismos sociales y las tensiones internacionales han alcanzado tal intensidad que ya no pueden conciliarse con la democracia y la paz. El régimen capitalista ahora requiere una dictadura y guerra. Esta histeria derechista por parte de todos los sectores del establishment político es el contexto en el que AfD lidera las encuestas en Turingia y ocupa el segundo lugar en Sajonia.

El ataque en Solingen, donde un refugiado sirio presuntamente mató a tres personas con un cuchillo e hirió a otras ocho el viernes de la semana pasada, llegó en el momento más oportuno para los partidos de la élite política. Desde entonces, han estado compitiendo entre sí en sus demandas derechistas y las han implementado rápidamente. No hay otro tema en los medios de comunicación, en la campaña electoral ni en los debates políticos.

El líder de la CDU, Friedrich Merz, pidió el cese completo de la admisión de refugiados de Siria y Afganistán y la reanudación de las deportaciones a estos países, donde los repatriados se enfrentarían a la muerte. Ofreció una estrecha cooperación con el SPD en este sentido y, por lo tanto, un regreso a la odiada gran coalición que fue expulsada del poder en 2021.

Pero el Gobierno de coalición federal se adelantó. Sus partidos acordaron rápidamente un mayor endurecimiento de las leyes de asilo y nuevas facultades para la policía y los servicios secretos. El jueves, el SPD, Los Verdes y el FDP acordaron un paquete completo de leyes de asilo y seguridad más estrictas.

Los solicitantes de asilo que no regresen al país europeo por el que entraron perderán todos los beneficios. A los refugiados reconocidos que visiten su tierra natal no se les permitirá regresar. Los refugiados, incluidos los menores, que han usado un cuchillo u otra arma pueden ser expulsados más fácilmente. Las agencias de seguridad tendrán acceso a más bases de datos y se les permitirá recopilar datos biométricos y compararlos utilizando la inteligencia artificial.

Sobre todo, Los Verdes, que anteriormente habían proporcionado una hoja de parra democrática en la coalición, han perdido todas las inhibiciones. Un documento de los diputados verdes Irene Mihalic y Konstantin von Notz, distribuido por el grupo parlamentario, aboga por un “giro” en la política interna y un “fondo especial para la seguridad interna” (haciéndose eco del fondo especial de 100.000 millones de euros para las Fuerzas Armadas de la Bundeswehr). El documento, que aboga por la “tolerancia cero hacia aquellos que representan una amenaza”, afirma que la política anterior se ha “caracterizado por ilusiones comprensibles pero también ingenuas”.

El viernes, un avión chárter despegó de Leipzig hacia Kabul por primera vez desde el regreso de los talibanes. A bordo había 28 refugiados que habían sido condenados a penas de prisión por diversos delitos. Están siendo extraditados a manos de los talibanes. Dado que el Gobierno alemán rechaza cualquier contacto directo con el régimen en Kabul, el emirato de Qatar arregló el acuerdo de deportación.

La histeria con la que el Gobierno, los partidos políticos del establishment y los medios de comunicación han reaccionado ante el ataque en Solingen demuestra que están de espaldas a la pared.

Saben, por supuesto, que atacar a refugiados indefensos no hace nada para reducir el riesgo de los atentados terroristas, que son un subproducto de las guerras brutales que Estados Unidos y sus aliados europeos han estado librando en Oriente Próximo durante más de 35 años.

Muchos grupos islamistas, como al-Qaeda o el Estado Islámico, que se ha atribuido la responsabilidad del ataque en Solingen, fueron originalmente creados o utilizados por los servicios de inteligencia occidentales para sus propios fines. Siguen siendo manipulados por ellos o utilizados por los regímenes regionales para presionar a sus amos imperialistas o a sus rivales locales. Cuanto más avanza el genocidio en Gaza y se extiende la guerra al Líbano e Irán, más crece el caldo de cultivo para tales ataques.

Tan brutal y reprobable como fue el ataque en Solingen, es modesto en comparación con los más de 40.000 palestinos que han sido asesinados por el ejército israelí en poco menos de un año, con el pleno apoyo del Gobierno alemán. La resistencia a este terrible crimen está creciendo. También lo es la oposición a la guerra en Ucrania, donde el ejército de Zelenski, con el apoyo de Alemania y la OTAN, avanza hacia territorio ruso y corre el riesgo de una escalada nuclear que también afectará a Alemania.

Esta resistencia es la verdadera razón de la histeria de los que están en el poder. Así como el Gobierno estadounidense utilizó el atentado del 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center para justificar sus brutales guerras, el ataque mucho más pequeño en Solingen está siendo utilizado para intimidar a la opinión pública.

La agitación contra los refugiados y los migrantes sirve a la clase dominante en todos los países imperialistas como palanca central de la reacción política interna. En los Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia y Japón, así como en Alemania, se utiliza para justificar la expansión masiva de los poderes de la policía y los servicios secretos.

No importa si están en el poder los políticos abiertamente derechistas como Trump, Sunak y Meloni o los supuestamente más moderados como Biden/Harris, Starme y Scholz. En España y Grecia, los partidos pseudoizquierdistas Podemos y Syriza han tomado medidas igualmente brutales contra los refugiados. Y en Turingia, el Gobierno estatal, una coalición liderada por el partido La Izquierda e integrada por el SPD y Los Verdes, está implementando el programa de la extrema derecha.

Esto solo demuestra que el giro de la clase dominante hacia la agitación antirrefugiados, el fascismo y la guerra tiene profundas causas objetivas. La economía mundial, que se basa en el trabajo interconectado globalmente de miles de millones de trabajadores, es incompatible con el sistema social capitalista arcaico, que se basa en la propiedad privada y los Estados nacionales rivales.

Los capitalistas están tratando de resolver esta contradicción intensificando la explotación de la clase trabajadora y repartiéndose el mundo a la fuerza. Esa es la causa del fascismo y la guerra.

La clase obrera puede resolverlo uniéndose más allá de todas las fronteras nacionales, étnicas y lingüísticas, expropiando las grandes corporaciones y bancos, colocando la economía bajo control democrático y reorganizándola sobre una base socialista, de acuerdo con las necesidades de la sociedad en lugar de los intereses de lucro de los ricos.

Los refugiados y los derechos democráticos solo pueden defenderse en el marco de una perspectiva socialista internacional de este tipo. Sería peligroso e ingenuo apoyarse en los llamados humanísticos y morales a los que están en el poder.

El Sozialistische Gleichheitspartei combina la defensa de los refugiados y los derechos democráticos con un programa socialista que defiende los intereses sociales y democráticos de todos los trabajadores.

Los trabajadores nativos de Alemania y los inmigrantes no son rivales en cuanto a la escasez de viviendas, empleos e ingresos. Deben unirse para revertir las décadas de redistribución regresiva de la riqueza que ha concentrado miles de millones de euros en manos de unas pocas docenas de personas. Las enormes sumas que fluyen hacia la guerra, el armamento, los obsequios para los bancos y las corporaciones, y el aumento de los precios de las acciones deben utilizarse para financiar la educación, la salud, la protección del clima, los empleos seguros y bien remunerados y la vivienda asequible.

El SGP y sus organizaciones hermanas internacionales en el Comité Internacional de la Cuarta Internacional están luchando por esta perspectiva.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de agosto de 2024)

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