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Perspectiva

La puesta en escena política de la Convención Nacional Demócrata

Trabajadores preparan el United Center para la Convención Nacional Demócrata, 18 de agosto de 2024, Chicago [AP Photo/Paul Sancya]

La apertura de la Convención Nacional Demócrata (DNC) el lunes será una puesta en escena política que durará cuatro días. Todas las habilidades de las industrias publicitaria y mediática y todo el dinero que los donantes multimillonarios pueden disponer se concentrarán en crear una imagen totalmente falsa del Partido Demócrata, su dupla presidencial de Kamala Harris y Tim Walz, y del Gobierno del presidente Joe Biden.

Sin duda, los delegados derramarán lágrimas por Biden, quien pronunciará el discurso de apertura la primera noche de la convención. Biden subirá tambaleándose al podio para recibir una larga ovación, sobre todo por su reticente decisión de salirse de la contienda.

Los tres días restantes de la convención se dedicarán a la coronación de Kamala Harris, una exfiscal derechista cuya campaña presidencial de 2020 se hundió antes de que se emitiera un solo voto en las primarias. El objetivo será retratarla como una especie de titán de la política. Harris será presentada como una líder experimentada y probada, gracias a sus tres años en la vicepresidencia, mientras que al mismo tiempo tratará de evitar asumir la responsabilidad de las políticas de guerra, austeridad social y conciliación constante con la derecha republicana bajo Biden, pese a ser su principal adjunta.

Se otorgarán papeles protagonistas a varias celebridades, estrellas del teatro y la pantalla. Serán conferidos muchos elogios a los expresidentes Bill Clinton y Barack Obama, y a la exsecretaria de Estado y excandidata presidencial Hillary Clinton, todos ellos con décadas de experiencia en empaquetar políticas derechistas proguerra y propatronales como populistas e incluso “progresistas”.

En otras palabras, se tratará completamente de mentiras y fraudes. Se ocultarán los verdaderos problemas que enfrentan los trabajadores en 2024.

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El candidato presidencial del Partido Socialista por la Igualdad, Joseph Kishore, comentó el domingo sobre la DNC: “La realidad quedará, necesariamente, excluida por completo. La convención tiene lugar mientras se despliegan tanques de la OTAN en Ucrania y el interior de las fronteras de Rusia, y no se hablará de las desastrosas consecuencias de una guerra directa entre los dos mayores Estados nucleares”.

“Tampoco se dedicará mucho tiempo a revisar el papel de los demócratas, con Biden y Harris a la cabeza, en la financiación y justificación política del genocidio en Gaza. Todos ellos, y también los republicanos, están empapados de una sangre que no pueden lavar”.

El propósito no es solo falsificar el historial derechista del Partido Demócrata, sino ofrecer una imagen fundamentalmente falsa de la sociedad estadounidense en su conjunto.

Ninguno de los oradores declarará que la tarea urgente en las elecciones de 2024 es derrotar la amenaza de un fascismo de características estadounidenses. Desde que Harris reemplazó a Biden en la boleta demócrata, han dejado efectivamente de referirse a Trump como una gran amenaza para la democracia, en favor de perogrulladas en las redes sociales, trivializando la candidatura de Trump-Vance como “rara” y describiendo la candidatura Harris-Walz como la política de la “alegría”.

A pesar de todas sus diatribas en contra del otro bando, tanto los republicanos como los demócratas representan y defienden el sistema capitalista. Su rivalidad gira en torno a tácticas y métodos distintos para defender los intereses de la patronal en casa y del imperialismo estadounidense en todo el mundo.

El Partido Republicano, como demostró su convención nacional fascistizante del mes pasado y la posterior campaña de Trump-Vance, pretende intensificar los ataques a los derechos democráticos iniciados durante el anterior mandato de Trump. Al mismo tiempo, busca intensificar la política de saqueo a la clase trabajadora para beneficiar a los superricos, simbolizada por el recorte de impuestos de Trump para los ricos, que el multimillonario candidato ha prometido continuar e incluso ampliar antes de que expire el próximo año.

Según informó el domingo el New York Times, Trump y sus ayudantes más cercanos están desarrollando planes para el uso generalizado del ejército estadounidense en las calles de Estados Unidos, para reprimir la oposición popular al desenfreno derechista que representaría un segundo mandato de Trump. El Times escribió:

Durante su tiempo fuera del poder, los aliados de Trump han elaborado documentos políticos para proporcionar justificaciones legales llevar a cabo la intención del expresidente de utilizar a los militares para operaciones policiales a nivel nacional. En público, han hablado de ello en el contexto de los estados fronterizos y los inmigrantes indocumentados. Pero un correo electrónico interno de un grupo estrechamente alineado con Trump, obtenido por el Times, muestra que, en privado, el grupo también estaba explorando el uso de tropas para “detener disturbios” en protestas.

Esto implicaría invocar la Ley de Insurrección de 1807, algo que Trump amenazó con hacer en 2020 durante las protestas masivas contra el asesinato policial de George Floyd en Minneapolis. Solo dio marcha atrás después de que los líderes militares dejaran claro que no querían verse arrastrados a un conflicto social en casa... al menos en ese momento.

Cualquier idea de que la lucha contra el fascismo y el autoritarismo puede librarse a través del Partido Demócrata es una ilusión peligrosa.

El Gobierno de Biden consiguió resucitar tanto al Partido Republicano como las aspiraciones presidenciales de Trump, incluso después del espectáculo del 6 de enero de 2021, cuando Trump instigó un violento ataque contra el Capitolio estadounidense en un esfuerzo fallido por mantenerse en el poder. La mayoría de los congresistas republicanos votaron contra la certificación de los resultados electorales solo horas después de que la turba, que amenazó sus vidas, fuera desalojada.

La prioridad principal del Partido Demócrata ha sido y sigue siendo la escalada bélica, y por ella han buscado la unidad bipartidista con los republicanos.

En estas condiciones, la más ruinosa de todas las políticas es la que promueven los grupos pseudoizquierdistas como los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, siglas en inglés) y los diversos candidatos de “izquierda” e independientes de la clase media-alta en la órbita del Partido Demócrata, como la Dra. Jill Stein del Partido Verde y el profesor Cornel West. Están respaldando acciones de protesta en Chicago cuyo objetivo es presionar al Partido Demócrata y supuestamente empujarlo hacia la izquierda.

Como ha advertido sistemáticamente el WSWS, la función de la pseudoizquierda es asegurarse de que las capas de la población que se desplazan hacia la izquierda vuelvan al Partido Demócrata. Ahora que faltan menos de tres meses para las elecciones, unirán fuerzas con los sindicatos, los medios corporativos y el Partido Demócrata para presionar conjuntamente a los trabajadores para que apoyen a Harris, como el “mal menor” frente al fascista Trump.

Sin embargo, la realidad es que la amenaza de una dictadura fascista no se disipará con una victoria del Partido Demócrata el 5 de noviembre de 2024. Las políticas de una Administración de Harris-Walz solo alimentarían el fuego de la derecha fascista. La expansión de las guerras imperialistas y los ataques sociales contra los niveles de vida y los puestos de trabajo de la clase obrera enajenarán aún más a los trabajadores y los dejarán más vulnerables al populismo demagógico de la extrema derecha.

El peligro dictatorial no proviene simplemente de la persona sociópata de Donald Trump, sino de la crisis del capitalismo estadounidense y mundial y, sobre todo, de la expansión de la guerra mundial. Un Gobierno de Harris-Walz, que estaría inquebrantablemente comprometido con la guerra imperialista, tomará medidas drásticas en casa para reprimir la oposición masiva a la guerra.

La única garantía de los derechos democráticos de la clase obrera es una lucha política independiente contra los dos partidos de la clase dominante, mediante un ataque frontal contra la riqueza y el poder de la oligarquía financiera, y en la lucha por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 18 de agosto de 2024)

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